Comenzamos el día con un buen desayuno (bufete obviamente), la verdad muy buena (quizás no como la de La Chata, pero si muy rica) y harto pan dulce con mantequilla y mermelada... ahora se por qué subí cuatro kilos jejeje.
Des pues nos de regresar a alistar las maletas, nos salimos a caminar por el centro, y vaya que caminamos (aunque en algunas calles tuvimos que brincar porque estaba rota toda la calle). Nuestra larga caminata terminó nuevamente en la Plaza Tapatía, solo que algo llamó mi atención, una fuente con la figura de cuatro niños mojándose el uno al otro, solo que lo curioso es cómo echaban el agua: Uno sostenía una tortuga que le escupía al de enfrente, otro escupía en actitud desafiante, un tercero sostenía una rana que también lanzaba el agua por la boca, y el cuarto se huixaba de miedo de que lo mojaran los demás.
Al cruce de calles le llaman elcallejón del Diablo, porque se dice, en la época de la colonia, en una casa del lugar se practicaban misas negras, pero eso es otro rollo.
Continuamos hasta el hospicio Cabañas, que esta vez si estaba abierto, y un letrero nos convenció de entrar, una exposición de la colección de un banco español, la cual incluía obras de Dalí, Picasso y Miró. Dudo que algún día pueda volver a ver así de cerca un cuadro de genios de ese tamaño, aunque, para ser sincero, no lucen igual en vivo que en los libros.
Nos tomamos el tiempo para recorrer algunos de sus jardínes y por supuesto para visitar la capilla y admirar los impresionantes murales de José Clemente Orozco son una maravilla digna de verse si se tiene la oportunidad. Ya había estado hace unos años, pero en esta ocasión un guía nos invitó a unirnos a su grupo, la verdad, si los murales resultan impresionantes, cuando explican el significad real te quedas sin palabras.
Lamentablemente todo lo que tiene un principio, tiene un final, y este fue el ultimo punto de nuestra visita, ya que estaban por dar las dos de la tarde, y a las tres debíamos dejar el hotel.
En verdad voy a extrañar Guadalajara :D
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