A la salida de la catedral fuimos acosados por tres pequeñas niñas, no mayores de 5 años, que nos exigían una ayuda a cambio de unas etiquetas en forma de corazón que nos pegaban en el estómago (no alcanzaban más alto) mientras su madre las vigilaba atentamente, recostada en el quicio de la puerta lateral del templo.
Mi padre salió primero y las dos niñas más pequeñas corrieron hacia el, yo me rertasé un momento, pero fue un error, porque al darme cuenta ya tenía a la otra sobre mi. No hablaban, simplemente silenciosas nos pegaban las etiquetas y extendían su mano. Mi papá sacó una moneda y se la dio a la más grande, y en eso se desprende la más pequeña y corre también hacia mi, uniendose a su hermana en la insistencia para que cooperara. Lo peor es que yo no traía un solo peso, Como pude avancé hasta donde estaba mi papá (como a tres metros) para pedirle que me prestara unas monedas, pero las niñas más se afnaban en pedir, creian que me iba a escapar. cuando logré llegar a mi papá el me dió una moneda de 5 pesos, e inmediatamente la más grande estiró la mano para recibirla, pero la más chica no se me despegaba e insistentemente me mostraba su planilla de calcomanías y trataba de despegar otra, así que hice lo único que se me ocurrió... decirle -Se la llevó tu hermana!- y en cuanto volteó a ver a la hermana, me escabullí hacia la acera de enfrente.
A dónde voy con todo esto? Muy simple, esta situación me hace refleccionar sobre dos cosas: Primero, que mientras más grande es una ciudad, más necesidad encuentras. Segundo, que la mendicidad se está convirtiendo en una forma de vida.
Pero pasando a otros temas, el resto del día fue muy movido, caminar y caminar todo el día en la expo. Ahí nos encontramos con mi primo Luis, al que no veía desde hace ya un buen tiempo, un buen muchacho. Estubimos platicando los tres aproximadamente unas dos horas. Me impresiona que sabe más que yo de campeche, de donde somos originarios los dos, claro que el tiene muchos amigos allá. Salimos prácticamente molidos dela Expo, por eso tras una breve visita al hotel nos fuimos por una deliciosa torta ahogada en "La Chata" y luego otra vez caminar y caminar, ahora por el centro histórico. En la noche tenía un antojo de frapé, y como había un Oxxo cerca salimos a comprarlo, pero oh sorpresa! el capuchino estaba más antojable, no solo el sabor poco común (rompope), sino por que son de Nestlé, por el tamaño, creo que una vez y media los del Oxxo de aquí, y por lo menos tres veces el capuchino grande de Nestlé y además 17 pesos... nada caro para mi, y la verdad estaba delicioso :D En mi próximo post narraré el último día en Guadalajara.