En breves palabras, la historia nos lleva de la mano de una tierna niña invidente a conocer de nuevo algo tan común como una calle a travez de otros sentidos que no son la vista y claro, con mucha inocencia e imaginación.
Esta animación japonesa no solo es tierna y divertida, sino que también nos hace pensar en todo el maravilloso mundo de sensaciones al que no le damos importancia a menos que que no lo tengamos.
Aunque no siempre es facil, tratemos de recordar que la belleza y la magia existen aún en cosas tan cotidianas, pero es fácil cegarnos ante lo cotidiano y encerrarnos en ese mundo visual al que estamos acostumbrados. De vez en cuando hay que detenernos a oler las flores, escuchar el canto de los pajaros o la lluvia cayendo sobre las ventanas. Disfrutemos del aroma del pan recién horneado, de la tierra mojada o de la ropa recién lavada.
Gracias mi estmado terricola por compartir este enlace, lo disfruté en serio.
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