Es curioso como funciona nuestra mente, ya que algo tan simple como un bocado de pan con mermelada nos puede remontar varios años en el pasado.
El relato comienza hace unos días, cuando un buen amigo llevó al trabajo unos frascos de mermelada de chile habanero. Yo nunca siempre he tenido debilidad por las cosas dulces y por las comidas diferentes, así que no podía dejar pasar la oportunidad, aunque no esperaba lo que me iba a encontrar.
La mermelada utilizaba como base pulpa de papaya y su sabor me hizo evocar los viejos tiempos, aquellos cuando Mérida no era una ciudad tan grande, los viajes no eran tan caros y la familia era aún una familia.
Recordé cuando visitábamos Mérida cuando niño. Nos hospedábamos en el Autel 59, cerca del centro, y desayunábamos en el pequeño restaurante del hotel. El sabor de la mermelada me llevó a esos momentos en el que nos servían pequeños platos con lo que nosotros llamábamos mermelada de calabaza (que mucho después supimos era de papaya). Mi hermano y yo nos esmerábamos en acabarnos hasta el último bocado. Deben ser recuerdos muy antiguos, porque mi hermanita sería un bebé todavía. Recuerdo lo mucho que nos sorprendía ver la puerta eléctrica de la entrada, y lo mucho que nos divertíamos en el chapotiadero y la piscina, incluso recuerdo que estaba vubierta con pequeños mozaicos cuadrados con los que me raspé un dedo del pie. Lo curioso es que no recuerdo para que íbamos, pero que importa, quizas con el próximo pan con mermelada pueda llegar hasta esos empolvados recuerdos.
Aprovecho para agradecer a mi amigo, porque sin saberlo, me vendió un frasco lleno de recuerdos.
Ahora se que algunos de mis recuerdos saben a mermelada. Y a que saben los tuyos?